Godínez contra el transporte público: la tortura diaria en CDMX

Por: Valeria Bocanegra

Si hay algo que define la vida del godín en la Ciudad de México, además del café en la oficina y las escapadas al Oxxo más cercano para comprar algún dulce o botana, es la lucha diaria contra el transporte público. Para los millones de trabajadores que dependen del Metro, Metrobús, RTPs, combis, microbuses, trolebuses, etc., para llegar a sus oficinas, el mal servicio no sólo representa un problema de movilidad, sino que afecta su productividad, bienestar y calidad de vida. Muchas veces, la inoperabilidad del transporte público en la Ciudad de México se siente como un castigo por no tener un auto propio.

A continuación, exploramos cómo el deficiente transporte público impacta la rutina de los godínez y por qué esta problemática va más allá de un simple retraso en el camino.

La odisea diaria: llegar al trabajo en transporte público

Ser godín en CDMX significa levantarse temprano para enfrentar el tráfico, las largas filas para abordar el metro o camiones y el hacinamiento en el transporte público. El metro colapsado, los camiones sobrecargados y la falta de unidades suficientes hacen que la rutina de los trabajadores sea una prueba de resistencia diaria.

Un recorrido que, idealmente, está calculado para alrededor de 30-40 minutos, se puede extender con facilidad a hora y media o más debido a fallas mecánicas, retrasos en el servicio o paradas excesivas en el tráfico. Esta situación, además, es realmente imprevisible, ya que las autoridades no suelen dar actualizaciones certeras, precisas y pertinentes sobre el estado de los servicios de transporte.

Es común, por ejemplo, estar a bordo de un vagón del metro y que, de repente, el tren se detenga entre estaciones o que se quede mucho tiempo en una sola estación. Los usuarios no pueden hacer otra cosa más que esperar a que el servicio se reanude y confiar -o rezar- para que ese retraso no se prolongue demasiado. Estas situaciones, que son el pan de cada día en CDMX, se ven agravadas si tomamos en cuenta que muchos usuarios necesitan utilizar más de un transporte para trasladarse a sus destinos. En suma, esto genera un desgaste físico y mental antes de siquiera pisar la oficina.

 

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Retrasos, estrés y baja productividad

Uno de los efectos notorios del mal servicio de transporte es la impuntualidad. Un retraso en el metro o un camión que nunca llega pueden hacer que el trabajador llegue tarde, afectando su desempeño y la dinámica de su equipo. 

Además, el estrés acumulado por la frustración de los retrasos y la incomodidad de viajar apretado como sardina reduce la energía y motivación del trabajador desde el inicio del día. No es lo mismo empezar la jornada con calma que llegar con el cansancio de haber peleado por un espacio en el vagón.

Impacto económico: gastar más en alternativas de transporte

El servicio deficiente del transporte público también afecta el bolsillo de los godínez. Ante la falta de opciones eficientes, en ocasiones, los trabajadores se ven obligados a gastar más en taxis o taxis de aplicación para evitar llegar tarde a la oficina o a compromisos importantes. Este punto se relaciona también con la falta de comunicación transparente de las autoridades encargadas del transporte público. Ya que, al no tener certeza sobre cuánto tiempo falta para que se regularice el servicio, los trabajadores prefieren asegurar su llegada a tiempo a la oficina, aunque esto suponga un gasto extra.

 

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Desgaste físico y emocional

Viajar todos los días en un sistema de transporte ineficiente afecta la salud física y mental de los trabajadores. La exposición prolongada a multitudes, el calor extremo en los vagones -sobre todo los de la línea 7-, los empujones y la constante sensación de prisa, generan agotamiento, ansiedad y estrés. 

Por otro lado, también debemos recordar que muchos mexicanos hacen trayectos de dos horas de ida y dos horas de regreso diariamente. Este tiempo perdido en el transporte público son horas que no se le dedican a la familia, la pareja, la recreación o cualquier otra actividad que permita el libre desarrollo de la personalidad.

¿Por qué no mejora? ¿Qué cambios harían menos dolorosos los trayectos?

A pesar de las constantes quejas de los ciudadanos, el transporte en la CDMX sigue enfrentando problemas de infraestructura, mantenimiento y sobrepoblación. Parece, además, que los gobiernos han renunciado a hacer ampliaciones al sistema de Transporte Colectivo Metro, mismas que no sólo son necesarias, sino urgentes.

En cambio, el gobierno de la CDMX le ha apostado a transporte eléctricos que circulan a nivel de calle (como los trolebuses) que, si bien son opciones accesibles para ciertos sectores de la población, también tienen la desventaja de lidiar con semáforos en rojo o coches invadiendo los carriles exclusivos, que retrasan el servicio.

En ese sentido, es necesario, por un lado, que el gobierno se plantee seriamente realizar ampliaciones al Sistema de Transporte Colectivo Metro, a pesar de que esto suponga un macroproyecto que se lleve a cabo en más de una administración. Otros cambios pequeños, pero necesarios para mejorar la calidad de vida de los usuarios, es anunciar la frecuencia con la que pasan los trenes o camiones, así como reportar oportunamente sobre cualquier retraso en el servicio.

 

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¿Qué pueden hacer las empresas para mitigar el impacto del transporte colectivo en los godínez?

Si bien mejorar el transporte público depende en gran medida de decisiones gubernamentales, hay algunas estrategias que los godínez pueden implementar para reducir el impacto del mal servicio:

-Optar por horarios escalonados

-Dar la opción de trabajo remoto o híbrido

-Proporcionar transporte a los trabajadores

El mal transporte en la CDMX no sólo afecta la movilidad, sino también la calidad de vida, la productividad y la salud de los trabajadores. Es un problema que necesita una solución urgente y que puede ser mitigado por los empleadores, a través de iniciativas empresariales que permitan que los empleados tengan mayor flexibilidad.

Diana:
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